miércoles, 16 de marzo de 2011

Historia de unas semillas.


No juzgues tu día por cuanta cosecha lograste recoger; si no por cuanta semilla lograste sembrar. Anónimo.

Había una vez, en una tienda de flores, una bolsa de semillas, esperando que alguien fuese a comprarlas porque dentro de la bolsa se aburrían. De vez en cuando, charlaban entre sí de sus problemas. Un día se pusieron a hablar y hablar… y comenzaron a soñar sobre su futuro.

Una de las semillas dijo:

- Me gustaría que viniese cuanto antes un sembrador y que me comprara hoy mismo, me siembre en sus campos cerca de las montañas y el viento me lleve de un lugar a otro para viajar por tierra, cruzar los mares y visitar otros continentes.

Y seguía hablando y soñando, cuando otra semilla intervino en la conversación.

- Pues a mí, me gustaría que me sembrasen en un jardín muy bonito, como esos donde van muchos niños a jugar, a correr y a gritar y donde también van las personas mayores a pasear y descansar y ser felices.

Al rato, intervino otra semilla:

- A mí, en cambio, me gustaría que me depositaran en una maceta que estuviera en el balcón de una casa, rodeada de otras plantas, donde la dueña de la casa nos cuidara con mimos y cariños mientras canta; que nos saque al sol y nos riegue cada mañana.

Desde el balcón vería muchas casas y gente mimando a sus plantas…

Y las semillas, alegres y divertidas, seguían hablando… cuando de repente, una voz seria dejó cortadas a todas, diciendo:

- Yo no quiero moverme de esta bolsa. Aquí estoy muy tranquila y nadie me molesta. Se pasa muy bien sin hacer nada, pero si me plantan, me regarán. Y el agua me molesta. El sol me calentará y me quemará. El viento me llevará de un sitio a otro sitio.

Además tendré que esforzarme para que salgan raíces y para dar ramas, flores y frutos. Estoy más tranquila aquí, sin moverme.

Todas se quedaron con la boca abierta, sin saber qué responder, hasta que una, que había estado callada, respondió:

- Pues yo no pienso así. Quiero que me planten en una tierra bien abonada, que me reciba con cariño. Quiero que el jardinero me riegue y remueva la tierra para ayudarme a crecer. Aunque me cueste trabajo, echaré raíces, y luego tallos y brotes.

Saldré a la luz y el sol me acariciará cada mañana y me hará crecer. El viento me ayudará a hacer gimnasia y a coger fuerzas.

Iré creciendo, creciendo… Yo confío en el jardinero, en la tierra, el sol, la lluvia y el viento. Todos ellos me ayudarán a crecer, a ser fuerte, bella y simpática. Cuando sea mayor, daré muchas flores,.. De mis flores saldrán otras semillas que seguirán confiando en los que nos cuidan y ayudan a crecer.

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