miércoles, 23 de marzo de 2011
Silencio.
Al triste, no le preguntes la historia de su desgracia…
Sino dile que en ti, tiene un amigo.
Al que llora, no le escudriñes el origen de su llanto…
Sino dile que tu tienes un hombro, un pañuelo, una sonrisa.
Al que anda tambaleante por la vida no le analices
por que no ha llegado nunca a ninguna parte…
Mejor dile que tu tienes una luz, un consejo,
y un baston por si llegara a necesitarlos.
Al que anda sin templo y sin oración
no le preguntes por qué es un descreido . . .
Mejor enséñale a Dios, y mételo en el secreto de tu plegaria.
A esos que hacen un caos de su vida
no les preguntes que causa su confusion . . .
Mejor enséñales el rastro sosegado de la fe,
y el fluir constante de tu serenidad .
Al que anda dolido y agotado con su cruz,
no le preguntes por qué le pesa tanto . . .
Mejor ponlo en posición de que Dios se irradie sobre él…
Y ya poco a poco irá llegando la luz.
Al que se resiste a seguir, y se siente vencido,
no le andes por las normas, las deducciones y los raciocinios…
Mejor dale la mano, y dile: "¡Voy contigo!"
No le preguntes a cada uno su necesidad…
Mejor demuéstrales que siempre hay un sueño
más asombroso que su mala suerte .
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