martes, 26 de octubre de 2010

Anti-estrés.


Vivimos a las corridas, sin tiempo para nada y por eso, tenemos ciertos síntomas cuyo origen, en muchas ocasiones, parece inespecífico: insomnio, irritabilidad, poca tolerancia, angustia, dificultad para concentrarnos, cambios en los hábitos alimenticios, etc. Pero si vives en una gran ciudad y no estás enfermo, estas molestias probablemente tengan una misma causa: el estrés.



Algunas sugerencias para dejar el estrés y los malestares que provoca atrás:



Descansa lo suficiente: no es una actitud productiva quedarte mirando algún programa poco trascendente en la TV o navegando por Internet y por eso restar horas al sueño reparador que tanto necesitas. Si te acuestas tarde un día, al siguiente compensa esa falta y ve a la cama temprano.

Aliméntate sanamente: no se trata de hacer dieta, sino de elegir los alimentos que ya sabes que son beneficiosos para tu organismo y de comer los otros sólo de vez en cuando (¡sin culpa y con placer cuando lo hagas!). No saltees comidas ni pases demasiadas horas sin comer algo. Además, tómate un tiempo para comer: hacerlo a las apuradas, aunque sólo sea una ensalada, es contraproducente.

Vive en paz: en vez de engancharte en el mal humor de los demás, céntrate en tu buena vibra y no permitas que otros te arrastren a su propio “rollo”. SI alguien quiere discutir o pelear, hacen falta 2… retirarse a tiempo o dejar pasar ciertas provocaciones evitan malos momentos.

Ten fe en que lo bueno está por venir: ser optimista es mucho más saludable que lo opuesto. De ti depende mirar el vaso medio lleno o medio vacío. La esperanza trae aparejada una visión diferente, con nuevas posibilidades para obtener el resultado que deseas. Asimismo, disipa la tensión y relaja.

Comparte tus problemas: las mujeres son más propensas a contar sus preocupaciones a amigas o a familiares, pero a los hombres, en general, les cuesta más abrirse. Pero siempre hay alguien (profesional, amigo o conocido) dispuesto a escucharnos para aliviar nuestra carga y, por qué no, a ayudarnos para encontrar soluciones.

Tómate tiempo libre: por lo menos, 24 horas seguidas a la semana. Hay gente que no descansa de lunes a lunes; el cuerpo y la mente precisan un bueno descanso. Además, asigna ratitos durante el día para “desenchufarte”: levántate si estás mucho tiempo sentado, deja de trabajar 5’ ó 10’ cada hora o cada dos horas. Y recuerda que salir de vacaciones es uno de los mayores antídotos anti-estrés que existen, si hace más de un año que no te tomas una semana seguida o más, tal vez esté llegando el momento de ver las posibilidades reales que tienes para hacerlo.

Los problemas de los otros no son tuyos de manera personal: hay quienes se inmiscuyen tanto en lo que le pasa a los demás que salen de su eje interno y viven preocupados por temas que, en realidad, son ajenos. Si mantienes una distancia prudencial respecto a lo que le sucede a quienes te rodean, lograrás mayor objetividad y podrás ayudarlos con mejor efectividad.

Pasa tiempo al aire libre: si el tiempo lo permite, camina. Siéntate unos minutos en el parque de una plaza. Sal a tu jardín o a tu balcón y observa alrededor durante un rato. Mira el cielo, de día o de noche. Conectarse con la naturaleza carga las pilas y desestresa.

Sonríe: las sonrisas son terapéuticas, ¡y es tanto lo que depende de tu actitud! Muchas veces tenemos que hacer trámites u ocuparnos de asuntos tediosos y de tu forma de encarar todo el proceso dependerá que te ponga tenso o que pase lo más rápidamente posible.

¿Qué actitud anti-estrés adoptarás hoy?

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